Gocho Bersolari es el seudónimo de Ricardo Iribarren, un argentino que desde hace ya varios años, vive en Venezuela. Gocho es el habitante de los Andes Venezolanos, donde reside y berzolari significa, en vasco: quien hace versos, es decir el poeta.

 

MARIPOSAS

Te hice el amor junto al río
y mis nalgas se llenaron de mariposas
que empujaron con furia,
con un júbilo infante
acompañando mis esfínteres,
acompañando al río que bramaba. Después
caminamos tomados de las manos,
desnudos,
con nuestros cuerpos llenos de mariposas
en dirección a la tarde recién nacida
y a la verde mariposa de luz
de los crepúsculos.

 

 

Pájaros básicos sobre Maracaibo.

Se arrastran.
Se elevan.
Se alejan.
Cruzan.
Se pierden
en línea triangular.

Siluetas negras sobre Maracaibo.
Lascivas como las novias azabaches
que llegan desde el horno
atravesando mediodías en que el fuego
cruza los asfaltos y los aires,
se prende de la piel de los viajeros
y llena la brisa de desiertos.

(La hora del burro
devora pájaros y panes
y los vomita
en la cuadrada luna).

Ahora los pájaros se agrupan,
latiendo como extraños signos,
con su sueño de nieves y de escarchas

Maracaibo:
danzan como locos tus mendigos
agitando sus úlceras; subiendo
a los crepúsculos de pájaros
que no cesan
de cruzar el espectro de un lago
tendido sobre el otro con aprontes
de rocas muertas y de legna,


Ahora Maracaibo me atraviesa:
lanza caliente, aguda,
trino de buitre azul
bebiendo mis lunas tropicales.

Mis entrañas.
 

 

 

PAISAJE INTERIOR

Los lagartos de mis sótanos
ocupan pacíficos sus gabinetes. Las arañas
se mantienen en silencio
con su sueño de mares y piratas.
Los árboles de mi esternón
crecen oblícuos
y sus copas frondosas
atraviesan mi puerta de la manifestación.

Cuadrangulares ángulos.

Agudos empeines de pirámides.

Rombos hirientes y filosos.

Todo gira hacia el vértigo de la fragua,
de la azul fragua que pulveriza mis aristas
mientras una bandada de pájaros básicos
fabrica horizontes con sus alas.

Atardecer de invierno: las puertas se cierran
y quedo afuera
descalzo, inadvertido,
mientras hay fiesta en las terrazas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LOS PIES PENSATIVOS DEL CADÁVER



(De: “La muchacha y la muerte”)
"Su pie está pensativo como la cadena de un esclavo"
 


Schehadé


Descalza. Muerta. Un espectro
admira la forma de tus pies:
pequeños animales blancos
abiertos a la noche. El fantasma
pasa su dedo tenue por tu planta,
recorre tu arco transversal,
besa tu almohadilla
y cada uno de tus dedos,
mojándolos
con el hectoplasma de su lejanía.

Tus pies forman meandros,
silencios apretados.
Ya no son instrumentos de la marcha.
Tu muerte los convierte
en aves pensativas. La cadena
que luce tu tobillo,
te ata a la noche y a la sombra.

Insectos,
plantas trepadoras,
flores de la noche,
macilentos fantasmas
son los brazos eternos de tu amante
que te rodean,
que te enarbolan sin moverte:
bandera de la muerte. Marchas descalza
por los túneles iniciales de la sombra.
Pájaros horizontales
tallan en tus tobillos
arcanos y silencios. La muerte
ha convertido tus pies en un lenguaje.

La reina de las cucarachas
los recorre del talón a los dedos.
Se detiene en tus uñas;
olfatea la brisa de la noche,
teñida de tu olor a muerte
y baja por tu empeine
y recorre tu pierna
para perderse
en las profundidades de la tierra.

Majestuosos tus pies,
recorren el sueño de la muerte,
los senderos ignotos y las celebraciones.
Traspasan los arcos de triunfo
y se detienen
en la atalaya inmóvil de la sombra,
recordando a la brisa y a la luna
sus arcanos,
sus bellezas,
sus infantiles símbolos.
De ellos van y vienen los insectos,
bebiendo las luces que destilan
un minuto antes del rigor,
del imperio sin nombre del gusano;
en suma:
de tu segunda muerte.
 

Orgasmo pendular.

Se anticipa la noche entre las piedras
en la mitad del mediodía
con el rumor del agua,
con el rubor del tiempo,
con los peces invisibles de la aurora.

Orgasmo pendular.

Salpica el agua
mientras ruedas brillantes se suceden
y el sol traga burbujas,
cuadrangulares sueños junto al río,
éxtasis romboidales que palpitan.
Un avión cruza,
lejano,
amenazante
como la vieja bruja
que vive en el oeste

Ahora,
el pendular orgasmo que va y viene
por mi esternón
por mi columna
y tus ojos que bogan
en el torrente sin par de la mañana.

 

La rueca del tiempo se encarga
de hilar el vestido de la novia
ahora, desnuda y solitaria

María Eugenia Caseiro



La novia
saldrá desnuda a los campos.

Sus altos tacones,
se enredarán en las raíces de los árboles;
sus largos cabellos
se elevarán como brazos
al cielo de la noche.
La luna,
viejo estanque,
vomitará depósitos de bruma,
archivos de nostalgia.

La novia,
vestida con las hebras de la luna,
correrá con sus hijos no nacidos
mordiéndole las nalgas,
bebiendo sus caderas.
Su hueso sacro
se macerará entre estrellas de mar,
muertos colágenos
y enormes y latentes arañas.


Se detendrá la novia
junto al árbol del centro de la noche.

Se quitará los zapatos de tacón:
sus pies morderán la tierra,
las raíces
las hebras sin nombre de los pinos
y su grito
ascenderá desde la tierra:
entrañas adentro del silicio;
nadará en su vejiga
y envolverá la noche
en un manto de aullidos y de notas,
de hebras y de lunas,
de colchas y de aceros.

Ahora
la novia desnuda se tiende
en el ara de la tierra
El amanecer ,
sacerdote ataviado con rosada tiara,
acerca a su vientre
un brillante cuchillo de madera.

Pájaros ancianos
mueren en la lejanía.

 

GUÍA PARA ENCONTRARTE

Te vi caminando descalza
en la arena de mis sueños.

Caían los crepúsculos
en doradas lluvias. Los pájaros
se precipitaban en el vuelo
y la noche era una bola plateada
debajo de mis plantas.

Seguías pequeña,
descalza
arremetiendo instantes,
remontando inmemoriales tiempos,
abriendo canales
en la piel de los días.
Tus pies desnudos
empujaban metáforas
en las venas cuadradas de la tarde.

Para encontrarte
hay que recordar las reglas
de los recodos de los sueños,
arrancar las pupilas de las plantas,
morirse
una y otra vez
y asistir al entierro de los duendes.
Para encontrarte
hay que buscar el mapa en los atardeceres
cuando el día se cierra
como una mano
y la luz aún flota en las miradas.
Para encontrarte,
hay que subir a los aviones de la noche
y asistir a todos los finales
y a todos los principios.

Ahora te miro
con la constancia azul de los guanacos.
Flota un llanto sin ojos
y los tuyos
brillan entre las sombras.
…COLGARÁ INSOMNE Y BLANCA DE LA LUNA

La carreta avanza. Dejó atrás
el silencio de los guadales,
un atardecer de lanzas
y de cielos rojizos. Dejó atrás
el silencio de las trenzas renegridas,
el cuadrado agujero de las horas
y de las lluvias de mañana.

Ahora
rodean caranchos azules
el toldo gris,
despintado,
roto,
cargado de fantasmas de aguaceros.

Ahora
los espectros de las ciénagas
cubren las blancas barbas,
los buitres colgados de la tarde
y la parca como un viento en remolinos
arrojando cenizas y papeles.

En la noche
una muchacha muerta
colgará insomne y blanca de la luna.