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La miradaEstática, la mirada es el grito ahogado del desconsuelo; perdida, es el llanto postergado del olvido; triste, es la súplica absurda del perdón; pobre niño, deambula su vida de desamparo, derramando penas desde el inerte extravío de su mirada. ![]() |
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Breve Nº 12 Rastros ajenos, tramo a tramo, en elegidas caricias atrevida es mi piel que nada olvida; la de mis trémulas manos sintiéndose eterna, como la de mi boca ansiosa en el hambriento beso, preludio de la pasión entibiando mi espalda, recorriendo mis muslos, erizando mis pechos, estallando por dentro. Atrevida es mi piel, que se olvidó del tiempo porque nada olvida.
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Y mientras
Y mientras, ahí afuera
se debate la vida,
sostén incansable
de la libertad,
esa amiga infalible
que asiste sin temores
a la actitud cotidiana
que rescata las almas
para que renazca el hombre.
Y mientras, ahí adentro
de todos y de cada uno,
se debate también la vida
cuando paralizan las dudas
al pensamiento inquieto,
al corazón revuelto
y a las manos activas.
Y mientras
en las calles de mi país
se impacienta el futuro.
Se parece a mí
esa figura inquieta
que sale a hurtadillas
por entre mis pestañas
cuando madura la noche
y cede mi cansancio;
no alcanzo a oírla,
pero podría asegurar
que su voz es la mía;
apenas la distingo
caminando a oscuras,
adivino sus pasos
siguiendo mi huella
hacia atrás.
Soy esa misma sombra
repetida en mí misma
y en mi sendero.
Lágrimas argentinas
Humedecen las calles,
caen y ruedan y gritan,
no se resignan
las lágrimas argentinas.
Añora mi mente
la voz sin aspereza,
quiere huir del embate
que en mi país abate
la esperanza de su gente;
los opacos grises se acaban
cuando intentan alcanzar
el orgullo y sus ecos.
Se hunden en los huecos
de los viejos adoquines
las lágrimas argentinas.
Triste alma deambulando,
que de tan triste es dolor puro
refugiado en el susurro
de almas gemelas buscando
desterrar la amargura.
Difícil, es tan difícil
poder olvidar,
poder olvidar
para poder recordar
la fuerza que da amar.
Si hasta la última estrella
parece demorar su paso,
casi cansada acaso
de transitar noches de penas,
hurgando en medio del llanto
para encontrar una sonrisa.
Serpientes las rodean,
ángeles las consuelan;
gimen y aman y ruedan, pelean,
resisten las lágrimas argentinas.
País herido
Gris el cielo, amanece
sobre la forzada tristeza
que en tu gente renace
por doler tanto tu ultraje,
otra vez, una más, país.
Y penosamente se resigna la noche
a que las primeras luces del día
quiebren la tregua del sueño,
y la realidad regresa impía
con su carga de desesperanza.
Nuevamente te hieren;
me lastima la impotencia.
Los rostros en la calle
que ayer, y ya antes,
cruzó mi paso angustiado
son las duras imágenes
que transitan mi desvelo.
No quedan rincones,
ningún espacio alcanza,
todo vale nada,
nada nos dejan
más que la lágrima y la vida.
Nuevamente te hieren;
y me falta coraje
para poder preguntarte
si a vos, país, y a tu gente
han herido de muerte.